El Ejército, la Policía Federal y demás instancias de seguridad buscan estupefacientes con un aparato tan increíblemente avanzado que ni sus fabricantes saben cómo explicarlo.
¿En que consiste un detector molecular?
En lo siguiente: en un tubo de plástico con una antena, si en serio, si diseccionamos el aparato, lo único que hallaremos son estos dos elementos. Nada de circuitos o baterías u otras que deberían hacer funcionar el aparato. Basta con que el soldado o el policía lo sujete y lo apunte por todos sitios, cuando la antena «detecte» algo señalará a dónde han de ir (todo mentira)
Decir que los detectores moleculares son un absoluto timo. El Detector Molecular GT200 es manufacturado por la casa inglesa Global Technical Ltd. Según el fabricante, el principio científico detrás del detector es que cada sustancia posee una carga magnética que, al ser estimulada por un impulso eléctrico, crea una atracción entre dicho componente y el detector.
Según dice la empresa el aparato se alimenta de la energía del cuerpo. Por esta razón, la gente que lo usa debe estar capacitada, porque ha de creer que de verdad funciona.
En enero de 2010, una investigación encontró que el sensor del GT200 consiste, básicamente, de un emparedado de dos pedazos de plástico con una hoja de papel en el centro.
Lo más graciosos del asunto es el precio, cada uno de estos detectores puede costar hasta 36 mil dólares.
Es decir, el gobierno de México está gastando cerca de medio millón de pesos por unidad. Pero el gobierno sigue haciendo caso omiso a las advertencias de que estos aparatos son una estafa.